Diego y Frida. Una sonrisa a mitad del camino

4 March - 23 April 2017

Diego y Frida. Una sonrisa a mitad del camino

 

“La pareja es la metáfora por excelencia, el punto de encuentro de todas las fuerzas y la semilla de todas las formas. La pareja es, tiempo reconquistado, tiempo antes del tiempo.”

Octavio Paz

 

 

Sin duda una de las parejas más polémicas de la historia del arte en México fueron Diego Rivera y Frida Kahlo. Sus llamativas personalidades provocaban en sus contemporáneos los más diversos sentimientos, algunos de envidia, otros de admiración. Sin embargo, es innegable que ambos conformaron un fenómeno sinecuanon en su momento.

 

Unidos por casi veinticinco años –desde su matrimonio en 1929, hasta la muerte de Frida en 1954- su relación está marcada por una infinidad de encuentros y desencuentros, por un amarse y odiarse, por un compartir y por un competir a la vez. Esta unión abrió un camino diferente de relaciones personales en la primera mitad del siglo XX en México: la personalidad extrovertida y fantasiosa de Diego unida a la personalidad introvertida y también fantasiosa de Frida, les permitieron entablar una trama y una urdimbre casi explosiva.

 

Al mismo tiempo, a pesar de los desencuentros y sus separaciones, ambos aprendieron a amarse y a conservar su propia relación. Este eje amoroso a su vez fue testigo de innumerables contactos, cercanías, complicidades y profundas amistades con grandes personalidades de esa época. De ahí que el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo presente esta exposición fotográfica Diego y Frida. Una sonrisa a mitad del camino con la intención de dar a conocer este maravilloso mundo compartido por ambos personajes.

En un inicio su vinculación partidista y su pasión por el arte los acerca. Y al poco tiempo de casarse, la pareja se establece en Estados Unidos. De esta época, tanto Diego como Frida, narran en variadas ocasiones la importancia de esos años. Para Diego, significaba no sólo su oportunidad para conocer desde adentro el mundo capitalista. Sin duda la experiencia en Detroit y su rompimiento con Rockefeller marcarán el trabajo artístico del pintor guanajuatense. Para Frida, esta estadía no sólo significó consolidar su relación con Diego sino enfrentarse con una nueva visión del mundo. Así, mientras Rivera absorbía el poderío de la industrialización y la tecnología, Frida iniciaba un camino de introyección: sus abortos, sus intervenciones quirúrgicas y el contacto con el mundo burgués dejó huella en la obra de esta pintora coyoacanense.

 

De esta época sobresalen algunas imágenes capturadas por amigos suyos como Manuel Álvarez Bravo, Nicholas Muray y Edward Weston. A su regreso a México se observa su encuentro con las nuevas fuerzas modernizadoras del país. De estos años sobresalen, sin duda, la cercanía con Trotsky y con André Bretón. La amistad de ambos con el matrimonio Rivera/Kahlo les permitió conocer un México especial. El primero encontró un hogar, aunque haya sido asesinado en nuestro país, y el segundo, un mundo surrealista que apresó en una de las exposiciones más significativas que se ha presentado en Francia: Mexique.

 

Asimismo, la exhibición captura su segunda unión matrimonial y su vinculación con el mundo artístico de la época. La relación con Siqueiros y Orozco, con sus ayudantes, con sus alumnos, entre otros. También muestra el dolor y el deterioro físico de Frida. Su cercanía con la muerte y la última fotografía de la pareja.

 

Así, a través de fotografías de espléndidos artistas –como además de los ya mencionados- Guillermo Kahlo, Peter Jules, Guillermo Zamora y Juan Guzmán, entre otros, se descubre su pasión por ser capturados en una lente, para el espectador también los contempla en una sonrisa a mitad de este nuevo camino.

 

Magdalena Zavala Bonachea

Coordinadora Nacional de Artes Visuales

Instituto Nacional de Bellas Artes.

 

 

 

 

 

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